jueves, 27 de septiembre de 2012

Maldita dulzura la tuya.


Abrí la puerta sin esperar verla llegar, con una blusa negra, con un  escote en la espalda y una minifalda de mezclilla que  acompañaban unos planos zapatos rojos.
-¿Qué haces aquí?, -No hables  Manuel.  No se si me arrepentiré de esto, pero estuve pensándolo todo el día…-  No alcancé a cerrar la puerta tras de mi, cuando ya me hacia presa de un beso apasionado, húmedamente tibio. Y la “maldita dulzura “sonaba en el fondo, y  vetusta morla, nos hacía más intenso el ambiente  que en ese momento prescindía, para lo que estaba por venir. Me abalancé contra sus labios y la brevedad de su cintura la abarcaron mis brazos, en el barniz de su boca se celebraba con el néctar de su saliva.
Y caminamos sin voltear hasta caer en el sillón de mi sala, se montó sobre mis piernas y yo  pude buscar morder su cuello, como una bestia en asedio, sentí su pecho retorcerse sobre si misma, y lanzar un respiro emocionado.  Y siguió besándome por la mejilla mientras yo la besaba donde podía, puse mi palma sobre su cara para seguir con su yugular, pero sentí como mordió mi pulgar con una ligera presión, y yo lo retiré ligeramente sorprendido. Rió divertida y se puso de pie mientras yo la miraba jadeante. La música terminó   Y la miré quitarse los zapatos  mostrándome la elasticidad de su espalda, dejándome ver  una vista increíble de sus piernas largas y delgadas, hermosas como solo ella podía tenerlas, y me desarme cuando al incorporarse llevó su pierna con su pie descalzó lo poso hasta mi muslo.  Se quedó mirándome, con unos ojos que preguntaba “¿Qué harás?” Y yo cansado de tanta arrogancia, la cargué sobre mi hombro y ella gritó pataleante, que la soltara, pero no paré con ella hasta que la pusé sobre la cama  indefensa y agitada con el corazón latiendo rápidamente, con su cabello lacio y negro desperdigado por toda la cama, pusé mis ojos sobre sus ojos abiertos de par en par y retiré con mi mano izquierda un poco de su cabello que descansaba en su frente, la besé despacio por cada arruga del labio, sus manos jugaron por mi torso e intentó desabotonar mi camisa, cuando me levanté para ayudarla. Yo me encargué de la camisa y ella hizo lo mismo con el cinturón, que retiré fácilmente y arrojo lo más lejos posible. Acaricio con sus dedos delgados y la punta de las uñas, desde mi ombligo y hasta donde alcanzó mi pecho. Luego me jaló hacia ella para abrazar mi espalda.  Me hice a un lado – Es tu turno.- Y recostado junto a ella, le acaricié por debajo de la blusa, sin decir nada, solo mirándole a los ojos. Gustaba ver su expresión, sus ligeras sonrisas y después entrecerrar los ojos para dejarse llevar. Y se alzó un poco para sacarle la blusa que dejó al descubierto, un infantil torso, con unos tiernos senos, apenas cubiertos con un ligero sostén que ayudó a quitarse.  Le besé la cintura  y lamí su piel, solo para averiguar sí era verdad que sabía a chocolate, no era así, pero no importaba, era surrealista que su piel tan morena como el dulce, no tenia nada que ocultar.  Subí hasta sus pezones, que pequeñitos como el centro de una flor sobresalían de su piel, y los besé con ternura delicadamente para no hacer ningún daño no quería deshojarlos y me bastaba con humectar sus pétalos con las papilas de mi lengua, roce a roce pude sentir que se estremecía entre mis garras y  yo insistente lamí hasta saciar mi boca, que ansiaba desde hace tiempo, localizar los botones de su corazón.   Y regrese a su boca, sus manos apretaron fuertes mi cabeza contra la suya hasta morder ligeramente mi labio inferior.  ¡ouch! Pensé, pero no dije nada y solamente descubrí que estaba ante una mordedora que gozaba de la carne humana.
Y la separé un poco sin dejarme llevar por la prisa, la abracé contra mi pecho, para sentir su calor. Y de nuevo se puso de pie y disfrutando ser observada mientras yo quedaba sobre la cama, traviesa se despojó de su falda, al mismo tiempo que yo retiraba mi pantalón. Se arrodilló sobre la cama y yo la observé detenidamente, era la imagen mas hermosa del mundo, sus bragas de niña con colores brillantes, eran pequeñas y misteriosas, luego se revolvió,  entre las sabanas,  como una oruga se metió entre mis cobijas y me miraba con esos enormes ojos pelones, que otra ves me preguntaban “ ¿Qué harás?” -  Me puse de pie, ya era tarde y estaba el cuarto solo iluminado por la casi ausente luz que terminaba por entrara por la ventana, ella me miro desconcertada, y cerré la persiana y el cuarto quedo en completa oscuridad. Me escondí entre las tinieblas y escuche su respiración como se agitaba segundo a segundo, por la ansiedad, luego la escuché arrojar un pequeño grito al descubrirme que me escurrí por debajo de las sabanas desde sus pies y no me detuve hasta quedar frente a frente bajo las mantas.
Sentir su cuerpo  casi desnudo,  entre el mío en una experiencia memorable, nos fundimos en caricias repetidas de cada centímetro de la piel, alrededor de 165 centímetros de todo lo que sentía por ella.
En la oscuridad se agudizan los sentidos, la sensibilidad aumenta el olfato se hace mas delicado y puedes disfrutar mejor de la compañía, explore su anatomía, sin limitar mis recursos, después de la tormenta de besos, que nunca dudábamos en continuar  bajé un poco para continuar con mi boca, y usando mis dedos,  deslice sus pantaletas por sus piernas y dejé al descubierto su intimidad. Y la acaricie entre mi lengua y mis labios, sintiendo el aroma de su  ser, que me invitaba a siempre seguir con mas.  Sus dedos se enterraban en mi espalda y dejaba muy en claro que el placer la hacia estremecerse en mi cama.  Con la docilidad de una criatura ella me llamo hacia un lado, y me invito a estar dentro de si, frente a frente recostados, sentí como suavemente llevoseme a su interior y quedamos palmo abrazados mientras yo sentía como un vaivén nos acercaba mas y mas , con su pecho apretado contra mi y sus manos encarnándose en mi espalda.  Y estuvimos así por unos minutos inundados en sudores con nuestras voces apagadas en una respiración que nos dejaba sin aliento a cada exhalación. El momento fue inolvidable, algo mágico, al darnos cuenta que como si de almas gemelas nos tratáramos llegamos juntos a la cúspide de la montaña, solo para lanzarnos del risco mas alto y quedar sumergidos en el mar de nuestro cansancio.
Esa noche, durmimos juntos, y al despertar, me di cuenta que estaba completamente solo, ella se había ido, solo esperaba que por lo menos no estuviera con el. Deseo que no seas feliz con el dije, mientras enrollaba un cabello suyo que encontré en mi almohada. Para que vuelvas aquí…

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