El victimismo o victimización es la tendencia de una persona a
considerarse víctima o a hacerse pasar por tal.
El síndrome
de victimización es patrón cultural adquirido mayormente por una cultura machista
de sometimiento alimentada enteramente por la religión christiana. Donde desde
que se nace se paga por un pecado que no se cometió, se vive de manera que se
evita la culpa y el pecado y se alaba a quien sufre. el catálogo Catolico-Christiano
está lleno de santos a los que se les ora y se les toma como ejemplo a seguir
por haber sufrido mucho o haber sido
martirizados. Misma figura de Jesús se le adora principalmente por la “pasión”
o el acto de castigo físico y psicológico al que fue sometido por los romanos
. Esto quiere decir que la educación con
la que la sociedad ha sobrevivido durante años VE AL SUFRIMIENTO COMO ALGO
BUENO, e incluso castiga a la alegría o al placer culpándolos de pecaminosos,
mundanos, o sucios.
Esto podría
parecer no ser un mayor problema, ya que
repetir muchas veces “por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa” pareciera
no ser un mayor problema. Pero no es asi. El sufrimiento como forma de vida, la
victimización como forma de vida le hace creer a las personas que esto es algo
bueno, que sufrir es natural y muy sano, porque tendrá su recompensa futura en
el imaginario del cielo o paraíso. Cada
religión tiene el derecho de creer lo que sea y es libre de creer, pero cuando
tiende a ser destructiva debemos de replantear si ciertas creencias solo limitan el poder personal de cada
individuo.
Desde el
hogar, los padres educan a los hijos a venerar el sufrimiento y crear
sentimientos de culpa hacia los hijos. Podemos escuchar frases todo el tiempo
como:
-Eres una
malagradecida, yo lo he dado todo por ti.
-con todo lo que he hecho por ti y así me
lo pagas.
-Asi no se comporta una señorita o una buena persona.
- Si haces “tal o cual cosa” entonces ya no te querré, me
enojaré contigo o te castigaré de algún modo”
-Me desilusionas, yo creí que tú eras…
Dentro de la victimización existe un gran componente
manipulador; obligar a que otra persona haga lo que el otro quiere por miedo al
rechazo, miedo al castigo o miedo al chantaje. Y toda esta manipulación es
mediante el sentimiento de CULPABILIDAD. La persona victimista manipula a otros
mediante el miedo y la culpa.
Las personas victimistas son personas con una necesidad
creciente de reconocimiento, afecto, atención, apoyo y cuidado. Y es la
necesidad de estas cosas lo que lleva a la víctima a siempre sufrir o buscar la
manera de sufrir para adquirir esa atención, cuidado y afecto. La paciente víctima
se regocija en su sufrimiento adquiere una forma masoquista de expresar y
mostrar a todo el mundo, y hacer de su vida una exposición continua de su
dolor. La persona victima encuentra en
demostrar su dolor la mejor forma de manipular a los demás para obtener RECOMPENSAS:
-Reconocimiento o admiración por parte de los otros.
- Ayuda y protección al hacerse ver como más débil.
- Derecho de quejarse siempre.
- Derecho de vengarse o hacer daño.
- Derecho de entrometerse en la vida de los manipulados.
- Derecho de GUARDAR RENCOR.
- Derecho de manipular o chantajear.
- Derecho de juzgar a otros.
- Pero sobre todo el
obtener un “pobrecito, pobre de ti” o cualquier otro tipo de lástima.
Formas de detectar a quien es, o si se es, una persona
victimista:
Solamente habla de lo mucho que sufre, lo mal que le va o todo lo malo que le pasa. Básicamente
es la persona que siempre ve el vaso “medio vacío”.
El
victimista siempre se siente atacado. Es la clásica persona que siempre siente que le
cae mal a todos, es criticada por todos, siente cierta mala vibra o rechazo de
los compañeros de trabajo, colegio o familiares.
El
victimista siempre tiene mala suerte o nada le sale bien. Culpa a la suerte, dios o
la vida de las cosas que le suceden.
El victimista NO PIDE NADA DIRECTAMENTE, simplemente lanza
indirectas en formas de queja o lamento, por ejemplo : “Me encantaría poder ir
a tal lugar, pero nunca hay quien me lleve”.
El victimista es también receloso y desconfiado.
Frecuentemente te alerta sobre malas intenciones en los otros. Justifica sus malas acciones en su pasado de sufrimiento. De hecho,
puede acusarte de insensibilidad o desidia si acaso le críticas.
Hace
grandes sacrificios por las otras personas sin que estos se lo pidan, después lo presume. Mayormente para poder
cobrarlo después mediante algún tipo de manipulación.
La
victima JAMAS, JAMAS tiene la culpa de lo malo que le pasa, de
sus errores o defectos, ella es la víctima, siempre todo lo malo es culpa de
alguien o algo más.
La víctima siempre tiene razón y no acepta críticas o que
alguien más la juzgue.
Cuando la víctima es criticada, señalada o juzgada tiende a
sobredimensionar el problema, lo ve como MUY MALO, se encierra en su propia
victimización y cree siempre tener la razón. Dentro de esto, cualquier ofensa
del tamaño que sea lo aumentará al peor
de los agravios.
El problema con este tipo de trastorno de la personalidad
radica en los peligros que puede traer a quien lo padece, sintetizándose en una
incapacidad para ser feliz o pensar que la felicidad es pasajera, no puede
durar, no está al alcance de la mano, es algo futuro o no es respondabilidad de si mismo.
Cuando se piensa que la felicidad o en sí el estilo de vida
sano o saludable no está en nuestras manos es muy difícil alcanzarlo o
encontrarlo. Tener una manera de pensar de este tipo provoca una terrible
incapacidad para disfrutar de la vida, se vuelve una forma “comoda” una zona de
confort que mantiene al victimista allí dentro porque así está acostumbrado a
vivir y aunque no lo haga de manera consciente, porque es una actitud
aprendida, la persona no es feliz estando donde está. El reconocimiento, el
apoyo o el “chiqueo” que pueda obtener una persona victimista es tan pasajero y
mundano como lo es el efecto del alcohol en un borracho o la droga en un
drogadicto. Podemos hablar que el “vicio” del “pobre de mi” radica en siempre
buscar la recompensa que solo durará poco tiempo.
La victimización es tan incapacitante
que no permite que una persona obesa bajar de peso. La persona obesa se tiene
lastima así misma por ser gorda, luego come para saciar la frustración y la
ansiedad que le trae ser gorda y esto a su vez le causa más depresión y más
obesidad descendiendo cada vez más y más en una espiral de autocompasión que no le permite ver lo negativo de sus actos. Al
tener este trastorno de la personalidad culpa a agentes externos de las
cosas que le suceden. En este caso estamos hablando de una persona con obesidad
y todas las enfermedades que esto trae, como baja autoestima, diabetes,
hipertensión etc.etc. Pero este ejemplo es perfectamente aplicable a cualquier
otro problema, como las personas que no pueden salir adelante económicamente,
las personas que sufren de drogadicción, las personas que sufren para encontrar
pareja o para mantener una pareja, los hijos eternos, las personas
irresponsables etc. etc.
Culpar
a los agentes externos: ¿Cuántas veces hemos dicho: “Tengo mala suerte
en el amor”, “me corrieron de mi trabajo porque le caí mal al jefe”. “No tengo
pareja porque todos los hombres son iguales, llego tarde al trabajo porque
siempre hay mucho tráfico, no tengo tiempo para hacer x o y actividad…No hay
trabajo, no hay dinero, no hay tiempo, es lo que dios quiera…
Hay un común denominador en todos los ejemplos anteriores. La
persona que lo dice NO TIENE ABSOLATAMENTE NADA DE CONTROL SOBRE SU VIDA. Todo
lo que sucede es culpa de dios, del clima, del gobierno, del tráfico de las
demás personas etc. Etc. Pero jamás es responsabilidad suya. Esta forma de ser
es muy cómoda, porque quita
responsabilidades, al quitar las responsabilidades la persona queda LIBRE
DE CULPA.
Este es el verdadero peligro de la personalidad victimista,
hay personas que pueden nunca casarse por mala suerte en el amor, personas que
jamás encuentran trabajo porque dios no quiere o incluso el peor de todos
: su
vida se vuelve monótona, repetitiva y rutinaria a causa de vivir en esa zona de
confort que los ata a días iguales.
La mejor manera de abandonar la personalidad victimista es
primero racionalizar al respecto. Darnos cuenta que TENEMOS PODER EN NUESTRAS
MANOS, Nosotros no somos las circunstancias. NOSOTROS CREAMOS LAS
CIRCUNSTANCIAS.
Nosotros no podemos cambiar absolutamente nada a nuestro
alrededor, pero si podemos decidir qué camino tomar. No podemos cambiar a las personas desagradables que hay nuestro
alrededor, pero podemos dejar de darles importancia. No podemos cambiar el
clima, no podemos cambiar el tiempo, pero podemos administrar mejor el tiempo o
tomar precauciones para el clima. El sufrir por agentes externos a nosotros
mismos es darle armamento a un enemigo invisible que nosotros inventamos para
hacernos sentir mal. La mayoría de
nuestros sentimientos y preocupaciones están solo en nuestra imaginación. Nos
creamos nuestras propias historias, sufrimos por ellas y las vivimos como si
fueran reales.
Debemos dejar de ponerle importancia a las cosas que no
podemos controlar y en cambio enfocarnos en tratar de cambiar absolutamente
todo lo que no nos gusta de nosotros mismos, porque no podemos controlar a
nadie más que a nosotros mismos. Nosotros debemos hacernos responsables de
nuestros propios sentimientos y no dejar que absolutamente nada ni nadie tenga
poder sobre ellos. Nuestros sentimientos y emociones pueden ser controladas por
nosotros, todo está en saber cómo hacerlo.